Castillo Palacio Arzobispal



Con el inexorable paso de los siglos, los llamados "edificios históricos" se ven ante una alternativa nada halagüeña: desutilizarse o reutilizarse. En el primer caso -si caen en desuso-, o bien son demolidos y sustituidos por el hombre, o bien son presa de su propio abandono, y tarde o temprano acaban cayéndose solos. En el segundo caso -si son reutilizados-, han de readaptarse a los nuevos usos de los nuevos tiempos, remodelándose hasta el punto de desvirtuarse. Con lo cual siguen en pie, pero sin el aspecto y el sentido originales.

El Castillo de Albalate ha sufrido ambos riesgos hasta el límite:

Su parte "plebeya" (que contenía el vasto patio de armas, la primitiva iglesia de los santos Justo y Pastor, y las casas y barracas donde habitaba la soldadesca y "siervos" del castillo) se perdió para siempre, y en el lugar que ocuparon, se construyeron la actual plaza de toros y la pista de baile.

En cuanto a la parte señorial, podría equiparase con el "solar" de sus primeros dueños -La Seo de Zaragoza- en cuanto a la cantidad y diversidad de avatares históricos que le tocó sufrir, siendo sus dependencias transformadas cada vez para otras tantas y tan variadas funciones: Residencia arzobispal desde el siglo XIII al XIX, hospital para enfermos de peste en el XVII, concurrido cuartel en tres guerras (la de secesión, la de independencia, y la primera carlista), ruina y expolio hasta principios del S. XX, depósitos de agua municipales de 1913 a 1966, cárcel en la república y la guerra civil , salón de actos durante la dictadura, Monumento Nacional y museo en la actualidad.

Y aun con todo eso, sus centenarios sillares -desgastados pero indestructibles- siguen manteniéndolo en pie. Y no sólo es el edificio de mayor singularidad artística de todo el pueblo y la comarca, sino que además conserva -con cierto aire de unidad arquitectónica- parte del espíritu de cada una de las duras épocas de las que fue testigo. A todo esto hay que añadir que sigue siendo el mejor mirador -por su situación, no por su altura- para contemplar el abigarrado conjunto urbano de Albalate.

VISITAS: Por razones de seguridad y de protección del monumento, sólo es posible el acceso con guia acompañante.