Emplazado en el centro histórico de la villa, este templo ha marcado con el redoble de sus campanas, (llamando a misa primera… a misa mayor… a procesión. A bautizo…a boda…"a muerto")… el “pulso vital” de muchas generaciones de albalatinos.
Exteriormente, pueden apreciarse perfectamente dos niveles constructivos (separados a la altura del primer cuerpo del campanario –Patrimonio de la Humanidad-):
El primero, de sillería (bloques “escuadrados” de piedra arenisca) nos marca aproximadamente el techo del anterior templo, que estaba dedicado a Santa María. El segundo, de ladrillo, contribuyó a “realzar” la fábrica conforme a los nuevos gustos de la época.
Por lo demás, el acabado es extremadamente sobrio, funcional, ambiguo: Carece de detalles ornamentales que nos den pistas sobre su época y estilo, y los pocos que hay no nos orientan, nos despistan (la galería superior de arcos ciegos de medio punto, es una solución de la arquitectura civil aragonesa que se utilizó durante más de cuatrocientos años, y en cuanto a la portada neoclásica, tampoco nos sirve, pues es un añadido del siglo XIX). ¿Dónde está el gótico-renacentista del S.XVI?
Cuando pasamos al interior y elevamos los ojos, se despejan nuestras dudas: Bóvedas de crucería estrelladas con claves doradas en las intersecciones de cada nervio; y por si aún no quedara claro, un friso corrido en latín que especifica la fecha de construcción (1581-1589).
La monumental altura, y la complejidad de ángulos de esta techumbre no sólo nos dejan boquiabiertos, sino que además dan a esta iglesia una acústica realmente excepcional (Como la que hay debajo del “Arco de Roma”, pasadizo y peculiar soporte de la capilla de la patrona -la Virgen de Arcos-, rematada por cimborrio, y a la que se accede por la propia iglesia).