Las lastras de San José
Constituyen hoy un paraje empapado de misterio y esoterismo, que parece invitarnos a la interrogación:
¿Qué diferencia una tumba de una simple poza? ¿Qué líneas son meros canales para almacenamiento de agua y cuáles son “algo más”? ¿Porqué todo -tumbas, “clochas”, pozas, líneas, canales- está distribuido así y no de otro modo? ¿PUEDE TENER UN SENTIDO COMO CONJUNTO?
Una excursión tan corta y tan suave puede convertirse en todo un “viaje a lo desconocido” para los “amantes de lo oculto”.
Sobre la datación de las tumbas, hay dos corrientes de opinión enfrentadas: Unos dicen que es una necrópolis visigoda previa al Siglo VIII. Otros creen que se trata de un cementerio mozárabe del siglo VIII en adelante.
La primera de estas posturas sería rompedora y sumamente interesante, pues presupondría la existencia de un núcleo estable de población visigoda. Y esta civilización germánica –que culturalmente tanto se hispanizó o romanizó en nuestro país- apenas nos dejó pruebas de su “paso de casi 300 años” por la península (Hasta ahora en Albalate, la única prueba de este “paso” era una hebilla visigoda hallada en la “Valdurrea”)
Por otro lado la postura “pro-mozárabe” sería más lógica y coherente, ya que la tolerancia religiosa de los musulmanes para con sus vecinos cristianos en vida jamás se llevó al extremo de permitir cementerios comunes. Además, la existencia del pueblo musulmán sí es demostrable así como la de otras tumbas medievales coetáneas (frente al Santuario de La Vírgen).
Si nos ceñimos a las pruebas del Carbono XIV practicadas a los restos hallados, ambas tesis serían ciertas , pues según los resultados hay enterramientos pertenecientes a ambas épocas. Con lo cual todo puede ser verdad de un modo consecutivo: Ciertos godos –residentes o de paso- o algunos de los aborígenes sometidos a su dominio, excavan de modo más o menos furtivo, unas fosas para uso funerario. Un par de siglos más tarde los descendientes de esa misma población autóctona –sometidos por otra cultura “extraña”, esta vez los “moros”- recuperan el emblemático lugar para la misma función que sus antepasados. Luego el lugar se abandona y olvida…y algunas de esas tumbas acaban utilizándose como “clochas” o abrevaderos. Y si ya nos paramos a observar la trayectoria inútil e inexplicable de algunos de los canales tallados en la roca, podemos rizar el rizo y decir que este peculiar “camposanto” ya era un lugar sagrado muchos siglos antes de los godos y los moros.
ACCESIBILIDAD: Bordeando la tapia exterior del actual cementerio, a la derecha del camino suben por la roca unas escaleras que nos dejan al principio de la “Ruta de las tumbas Medievales”.