Una de las claves que explican la fascinación del hombre por las obras de arte -en general- y por los edificios antiguos -en particular- está en el concepto de perdurabilidad: Intuimos que seguirán en pie cuando nosotros ya no estemos aquí para verlos, lo cual nos infunde un respeto especial.
En el caso de la Ermita de Santa Bárbara, esta supervivencia, más que sorprendente, es un milagro:
Lleva en ruinas más tiempo del que estuvo "en activo", y sin embargo, se resiste a sucumbir del todo, como si supiera que nuestros ojos se han acostumbrado a ver el perfil cubista de su espadaña recortándose en el cielo, cada vez que entramos al pueblo desde San José. Desde esa misma espadaña -cuentan los más ancianos- se solía tocar su pequeña campana para avisar del mediodía, costumbre que fue mantenida por los vecinos mucho tiempo después de que la iglesia fuera desacralizada y desmantelada. Desde el punto de vista constructivo, es un edificio de una sola nave construida con sillería en la base, mampostería y argamasa en los muros y ladrillos en las esquinas, la cornisa, y la espadaña. En su interior conserva detalles de refinamiento (en las molduras y en el relavado de estuco de cuarzo) que nadie esperaría viendo su exterior sobrio, sólido, geométrico y sin vanos.
os de peste en el XVII, concurrido cuartel en tres guerras (la de secesión, la de independencia, y la primera carlista), ruina y expolio hasta principios del S. XX, depósitos de agua municipales de 1913 a 1966, cárcel en la república y la guerra civil , salón de actos durante la dictadura, Monumento Nacional y museo en la actualidad.
Y aun con todo eso, sus centenarios sillares -desgastados pero indestructibles- siguen manteniéndolo en pie. Y no sólo es el edificio de mayor singularidad artística de todo el pueblo y la comarca, sino que además conserva -con cierto aire de unidad arquitectónica- parte del espíritu de cada una de las duras épocas de las que fue testigo. A todo esto hay que añadir que sigue siendo el mejor mirador -por su situación, no por su altura- para contemplar el abigarrado conjunto urbano de Albalate.
VISITAS: Por razones de seguridad y de protección del monumento, sólo es posible el acceso con guia acompañante.